martes, 13 de septiembre de 2011

Qué?, por qué? y para qué?



Haciendo una visita por el museo Fader me encontré con una guía de salas que explicaba cada obra del maestro con mucho entusiasmo.

“Esto que vemos aquí representa  un interior del año 1813 cuando el alud azoto Mendoza, lo que vemos en primer plano de la obra es una señora con un collar en su mano y otra a su lado  amamantando a su bebe…

Mi sorpresa fue grande al ver que las personas que seguíamos la visita no cuestionábamos absolutamente nada de lo que la guía decía… es más en un momento se acerca un caballero muy intrigado buscando la respuesta que sacie su impaciencia, pregunto: “por qué todos los personajes del pintor mantienen sus bocas cerradas en la totalidad de los cuadros?”!!La respuesta de la guía del museo fue clara y contundente: “pues, porque Fader pintaba en su mayoría a sus criados!! “ 

 ¿Los criados no hablan? Pensé yo?!

Esto me llevo a la siguiente conclusión. Desde pequeños en las escuelas nos dicen lo que debemos hacer y cómo hacerlo. Nunca nos dijeron para que y porque lo hago!! Y si lo puedo transferir a otra situación, o si esto que aprendí me va a servir para cuando estoy jugando, o en cualquier situación de mi vida diaria.
Crecemos sin preguntarnos…“¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? y ¿a dónde vamos?”  Pregunta que inquirió Paul Gauguin y cuya respuesta  lo termino llevando lejos,
abandonar su trabajo de banquero  y encontrar la felicidad en la isla de Tahiti pintando a las  nativas;  FELICIDAD, respuesta a tan profundas preguntas.

Su paralelismo educacional…”que estudio? , Por qué lo estudio? y para que lo estudio?…”  concluye en el sentido de la educación  y pocas veces le damos al estudiante esa oportunidad de preguntárselas…

Volviendo al museo, qué pasa cuando no tenemos  la posibilidad de relacionar una pintura con nuestra propia  experiencia de vida? Qué pasa cuando todo encaja en un marco o una estructura impuesta? Qué pasa cuando nos sentimos amedrentados ante el supremo conocimiento del guía?

Pasa que ya no tenemos confianza en nosotros mismos, ni en lo que vemos ni percibimos, no cuestionamos y  ni siquiera observamos nada, puesto que de seguro estamos equivocados y de todas formas la guía nos dirá lo que hay o no en la obra… aceptaremos complacidos…

Esa enigmática pregunta que quedo flotando sobre las fantásticas obras del maestro, en el antiguo museo Fader: “¿Por qué todos los personajes del pintor mantienen sus bocas cerradas en la totalidad de los cuadros?”...quizás no haya sido más que el inconsciente  niño, el que todavía no se resigna a que lo hayan callado para siempre…



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