Las fases evolutivas del pensar de B. J. Lievegoed
El pensar es una función que se manifiesta en una secuencia de procesos por cuyo medio se exterioriza el mundo interno. Con ayuda del activo proceso de percepción que “extrae” algo del mundo exterior y lo lleva a la conciencia en el propio mundo interno, se presenta un proceso de asociaciones con otras percepciones previamente elaboradas. Así se forma una imagen preliminar del mundo, basada en la experiencia.
Esta imagen empírica del mundo todavía no es específicamente humana; la tiene también el animal.
Después del cambio de dientes e incluso como adulto, el hombre vive en sus acciones diarias por medio de reflejos condicionados, aprendidos o adquiridos. A esa parte del ser humano podemos llamarla hombre-reflejo y dentro de esa área, él es sin duda, el animal más inteligente de la Creación. Dicen las malas lenguas que el hombre –reflejo es la criatura ideal para alcanzar los más elevados puestos cívicos.
En el hombre complejo, todo esto queda sacudido por un factor incalculable: el yo humano, una y otra vez irrumpe el proceso automatizante y forma imágenes mentales autónomas.
De los 7 a los 9 años es la época del pensamiento propiamente, es el periodo de formación de asociaciones de los contenidos empíricos; es la actividad asociativa que, particularmente rebasa el recinto de los reflejos condicionados y se manifiesta como función psíquica. Después de la segunda dentición, el niño alcanza la fase en que se construye su propio mundo de imágenes mentales, a la vez que la formación de hábitos continua como concomitancia a un nivel inferior.
El niño desea vivir intensamente todo lo que absorbe en esa fase; quiere asimilarlo con tanta intensidad que se convierte en parte de su propio mundo.
Todo conocimiento reflejo del adulto es inservible para el niño; en cambio, todo lo que el adulto haya vivido intensamente es absorbido por el niño como el agua de lluvia por la planta sedienta.
En ese periodo, la práctica de los reflejos continua al lado o, mejor dicho, debajo de la superficie de la naciente vida personal en imágenes mentales.
La enseñanza realmente eficaz en este periodo (segundo septenio) ha de tener en cuenta ambas corrientes. Para ello, lo más indicado es :primero , presentar vívidamente algún tema para el niño, es decir , con tanta vitalidad que pueda darle cabida en el mundo de sus imágenes mentales . Así esto se une con la escencia del yo infantil. Con esta “admisión”, ese tema se habrá convertido en patrimonio personal del niño acompañándole en su vida posterior, será algo con lo cual ha establecido su propia relación .Como segundo paso, mediante ejercicios , la nueva adquisición puede transformarse en habilidad que se maneje automáticamente.
Ilustremos esto con algunos ejemplos : sin duda , la escritura y la lectura han de acabar por ser una capacidad automáticamente ejercida..¿Cómo enseñársela al niño? Se han ideado incontables métodos sagaces para que esa técnica llegue a ser acción –refleja, de la manera más rápida y solida; de ahí que la lectoescritura sea, más que nada, una asignatura practica. Hay un método que enseña primero a colocar sistemáticamente una traza tras otra, para luego integrar las letras a partir de ellos. Otro procedimiento es dar las letras, desde un principio, como un todo. Un tercer método es integrar la imagen como ayuda para la formación del reflejo generador de letras, como por ejemplo ,el clásico método de l tablón de lectura .Luego está el método que trabaja con oraciones completas : el método global.
Los representantes de los diversos métodos están convencidos de que su procedimiento garantiza el éxito más rápido u óptimo. Pero, ¿Qué es lo que en todos estos casos , se entiende por “éxito”? No es otra cosa que la formación de un reflejo automático. Todo ese procedimiento tan solo involucro al hombre-reflejo, en tanto que el hombre propiamente dicho, ha sido dejado de lado y se ha aburrido sobremanera durante toda la práctica.
Con esos métodos podría aprender la lectura y escritura incluso el animal, si tuviera una inteligencia –refleja igual que el hombre.
En cambio si se empieza por colocar la imagen de la letra en el mundo interno propio del niño, de modo que se ligue con ella toda la vivencia tenida durante la narración , no se aburrirá durante la indispensable practica y no quedara internamente vacio y miserable ; el alama del niño en este último caso , hallase hinchada de imágenes y vivencias.
En lo didáctico, esto se puede lograr haciendo surgir cada letra de una determinada imagen , por ejemplo la B , de un burro que lleva unos bultos a la bodega.. Una vez que hayan vivido intensamente la narración y las imágenes, se pinta y se dibuja el burro con su pesado cargamento colgado a sus costados ...Más adelante el maestro explica que a la imagen de esos dos bultos los adultos lo llaman B. Por meses enteros la B sigue siendo la letra de burros y bultos y durante la práctica, el alma infantil se satura una y otra vez, de la narración y de las imágenes que el mismo se formo a partir de ella. Así la práctica se convierte en gozo y cansa menos. La vida intima del niño no se deseca, sino que florece y se convierte en fundamento vivo de la saludable vida anímica del adulto.
Sin duda el aprendizaje de la escritura con este método requiere más tiempo que con los otros , más la ganancia definitiva es mas infinitamente mayor, pues en un caso se logra tan solo una destreza externa cercenando la vida interna ; mientras que en el otro , también se ha cultivado la destreza externa, pero al mismo tiempo se ha enriquecido la vida interna.
El tiempo así utilizado tiene su valor peculiar. ¿Es realmente necesario que el niño ya sepa escribir después de dos o tres meses? ¿Qué argumento hay en contra de que domine la escritura solamente al final del primer año escolar, si, al mismo tiempo ha conquistado otras facultades?¡ todavía le quedan cinco o seis años para la práctica!
Y lo que dijimos en la escritura, vale para todas las asignaturas , incluso para la aritmética que , como ninguna otra materia , es asignatura practica. Los griegos todavía conocían, además del valor cuantitativo de los números, su valor cualitativo. Para nosotros, 5 ya no es otra cosa que 3 mas 2; para loe griegos, el numero 5 les revelaba otro mundo que el numero 3 ; conocían los números perfectos e imperfectos , los amigables y los hostiles.
No faltara quien pregunte si debamos volver a la superada mística numérica de Pitágoras. No estaría de más examinar si esa llamada mística numérica encierra acaso, un gran valor pedagógico.
Dejen que el niño con toda la calma vivencie el valor propio especifico de los números simples; háganle sentir que el 1 es cualitativamente distinto al 2 ; denle que busque todo lo que en este mundo es una unidad. Uno :por separado; dos :juntos.
Así de manera infantil , viven ciara el valor moral del estar solo y estar juntos. Un Dios ;el hombre no solo , sino junto a Dios. El hombre solitario; mas ahí donde realmente hay dos juntos hallase presente un tercero. Dejen que el niño busque los fenómenos que se manifiestan en el numero 4; las cuatro esquinas de una superficie de ladrillos con que construimos nuestra casa; los cuatro vientos y los cuatro puntos cardinales .Descubrirá entonces el escolar que el 4 tiene relación con lo terrestre, en tanto que el 1,2 y 3 , la tienen con problemas morales y divinos y que el 5 es , ante todo, el numero humano. Nuestro sistema decimal ha nacido del 5, a saber, del calculo con los 5 dedos y con los diez de ambas manos.
Si el niño ha alcanzado una relación con los números, no abstracta y científica, sino humana y moral, podrá ejercitarse sin peligro de que se le desequen sus energías internas .Habrá determinados números que encuentre “simpáticos” porque son divisibles, en tanto que otros como el 17 o 19 , se le antojan “ aburridos” porque son indivisibles. Asi la práctica se convierte en gozo para el niño.
Con la entrada a la pubertad, y ya en la prepubertad, la peculiaridad del pensar sufre otro cambio: el mundo , protegido por las propias imágenes mentales , entre las que el yo podía pasearse, sufre una sacudida por el contrario con la realidad externa ; con ayuda de la fase crítica de los 10 años en adelante , la llamada realidad penetra en el interior y desordena totalmente el mundo propio.
Si el yo está vigorosamente desarrollado para el manejo de las imágenes mentales, podrá no solo resistir , sino incluso aprovechar esa sacudida , aprendiendo a acomodarse a las exigencias de la llamada realidad :la contemplara y la elaborara de manera personal, para llegar a ideas autónomas que tanta falta hacen a nuestra cultura actual.
En cambio, si se halla atrofiada la propia función activa del yo en el mundo de las imágenes mentales , no estará preparado para intervenir activamente en ese trance , y dependerá de la aceptación y reproducción de juicios y opiniones ajenas que le fueron inculcadas..En este caso se habrá acabado para siempre la originalidad del pensar, por extraordinariamente sagaz que sea la personalidad. Un gran sabio holandés dijo hace algunos años:”ya no tenemos futuros catedráticos, tan solo ayudantes inteligentes”.
Permítaseme insertar aquí una experiencia personal: en el 11 año escolar, el grupo recibió un nuevo maestro de matemáticas, el hombre original y extraño, que en las clases de Geometría Descriptiva. Prohibió memorizar siquiera una sola construcción. Es verdad que las construcciones se trabajan en clases, pero después había que olvidarlas. Todo problema de construcción debía enfocarlo personalmente cada estudiante; tenía que “visualizarlo” y así encontrar su propio método para desarrollar la construcción.”Más vale complicado si es vuestro, que la aplicación estúpida de recetas”, he ahí el lema de aquel maestro. El efecto sobre el grupo fue desconcertante: muchos niños débiles se hicieron, de repente, activos, en tanto que muchos de los genios bajaron a la mediocridad. Lo que logro ese profesor fue que todos ellos tuvieran la inquebrantable fe de que, en el Examen de Bachillerato, no podría presentárseles ningún problema geométrico que no pudieran resolver .Solía el maestro decir :”En geometría descriptiva todos tenéis asegurada la máxima calificación ; nos queda , pues más tiempo para las demás ramas de la matemáticas”.
B.C.Lievegoed (1999) Etapas evolutivas del niño. Editorial Antroposofica, Mexico. Cap.VIII pag.133
Estos párrafos tomados del capítulo VIII “Las fases evolutivas del pensar” de Lievegoed, presentan una gran profundidad, casi filosófica, además de una convincente realidad que muchos de ustedes habrán podido comprobar en el aula.
Queda en claro que el maestro debe estar íntimamente capacitado para estar frente al grupo de chicos, poseer un gran conocimiento de sí mismo , y tener la suficiente creatividad para transformar óptimamente las situaciones de aprendizaje atendiendo a las diferentes etapas evolutivas del niño, no tan solo intelectuales sino también del alma y el espíritu.
La compleja tarea de ser “Maestro”, la responsabilidad a que a ello nos implica como modeladores de las futuras sociedades solo nos lleva a reflexionar ¿qué tan cerca o lejos estamos de aproximarrnos a ser el maestro modelo? Y poner manos a la obra de acuerdo a la respuesta obtenida a nuestra pregunta.
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